Viajes

San Luis Potosí: Las calles heridas de la ciudad

Foto de Val Britaus

Foto de Val Britaus

El agua golpea mi coche de la misma forma como lo haría con una canoa en un río. Voy al trabajo sobre una avenida que de la nada está inundada. Si no viviera aquí, probablemente estaría aterrado: voy casi a la deriva, rodeado de agua que intenta abordar mi vehículo para tomar todos los asientos disponibles de la misma forma que la gente intenta abordar un vagón de metro en las horas pico. Pero no tengo miedo, porque vivo aquí y el agua sacudiendo el coche es algo habitual. En esta avenida el agua es el asfalto.

Por el espejo retrovisor aún veo patrullas y ambulancias que han llegado al lugar de un accidente*. Es el cuarto accidente que dejo atrás esta mañana. Cuatro accidentes, cuatro, pero no me sorprende: Las calles de San Luis Potosí están heridas. Tienen el cutis de la luna.

Ni la avenida inundada ni los accidentes me sorprenden porque son parte del día a día, pero pienso en las víctimas. Creo que hubo heridos graves en el accidente que acabo de dejar atrás, lo deduzco por las expresiones de dolor de los mismos coches, tirados de espalda con la boca abierta, despojados de vidrios, plásticos y metales que están desperdigados sobre los charcos de agua que cubren el camino. Y porque había patrullas, ambulancias, gente discutiendo, fotógrafos y porque mi propio coche soltaba quejidos angustiosos mientras atravesábamos el lugar.

Estoy en estos pensamientos cuando una camioneta Ford me rebasa levantando una ráfaga de agua sobre el parabrisas, lo que me obliga a frenar provocando un pequeño tsunami cuya ola se estrella en la salpicadera de la camioneta que acaba de rebasarme para luego regresar y salpicar mi cajuela. Ni siquiera este evento me resulta excitante: no es extraño que me rebasen de forma imprudente camionetas, motociclistas… incluso, una vez lo hizo un ciclista que pedaleaba y hablaba por teléfono al mismo tiempo. Somos de San Luis y no le tememos a nada.

Somos de San Luis y no le tememos a nada.”

En esta ciudad, la integridad de las personas siempre está en riesgo. Aquí, a diario podemos ser embestidos (o embestir) ser secuestrados, robados, maltratados. Estos riesgos son apenas una parte de los problemas insignificantes que estamos habituados a vivir cada día. Cosas sin importancia, como evitar pisar basura en las banquetas o esperar en una fila de 10 personas en la única caja abierta de una tienda Oxxo.

Metros adelante, del otro lado del camellón de la avenida, tres agentes de tránsito rodean a un señor que ha descendido de un viejo Volkswagen al cual no se le distingue el color por la herrumbre que ha invadido toda la carrocería ¿Se necesitan tres agentes de tránsito para multar una persona?

La pregunta no tiene sentido. Es algo normal. Las extorsiones, los asaltos, los secuestros son normales. Las inundaciones, las calles destruidas, los atascos de tráfico también son normales. Incluso, los salarios bajos, la miseria, el hambre que padecen muchas personas son tan habituales que se han vuelto invisibles para muchos de quienes vivimos aquí. Invisibles, siempre y cuando no seamos las víctimas y podamos comprar algo con una tarjeta de crédito a 18 meses s-i-n i-n-t-e-r-e-s-e-s.

Somos valientes. No le tememos a nada y esto justifica al conductor que impone su paso utilizando el tamaño de su camioneta, al ciclista arriesgado que es capaz de rebasar, pedalear y hablar con el celular al mismo tiempo; justifica a los veloces motociclistas que se atreven a desafiar con su velocidad, al herido asfalto de esta ciudad. Sobre todo, me justifica a mí mismo de todas las imprudencias cometidas, de mis errores. “Son normales” (me justifico) y además (me vuelvo a justificar) los errores más graves siempre son de los otros. Soy, somos inocentes porque nuestra consciencia no reconoce la magnitud del peligro. 

Soy, somos inocentes porque nuestra consciencia no reconoce la magnitud del peligro”.

Entonces, mi coche se hunde de golpe a causa de un bache que me ha estado acechando oculto bajo el agua. No sentí miedo, vivo en San Luis, pero la posibilidad de quedar varado en la corriente de agua me provoca un momento de lucidez. ¿Se puede ser valiente cuando no se está consciente de los riesgos que representan nuestras conductas, nuestra conformidad con el peligro? 

No somos valientes: somos brutales. La brutalidad es comportarse con irracionalidad, amparando nuestras conductas en la inconsciencia. Es irracional que aceptemos vivir en el riesgo. Los secuestros, los asaltos, la pobreza, los baches, las inundaciones, los accidentes, no deberían formar parte del día a día de una persona racional.

El agua golpea mi coche de la misma forma como haría con una piragua en un río. Voy al trabajo y he caído en un hoyo. He visto cuatro accidentes en un tramo menor a un kilómetro. El motor del coche reprocha mi irresponsabilidad con un sonido agudo: le está costando trabajo zafarse del bache que intenta engullirnos. Lo espueleo hundiendo el acelerador. Mi coche es noble como un caballo y no puede ser de otra forma para circular por las heridas calles de nuestra ciudad. Mi coche se queja, pero poco a poco le gana la batalla al bache que esconde su derrota huyendo como pulpo para esconderse en las profundidades del mar.

¿Se puede ser valiente cuando no se está consciente de los riesgos que representan nuestras conductas, nuestra conformidad con el peligro?  “

Entonces, mientras el coche recupera el aliento, me rebasa una motocicleta. La conduce un señor que lleva de pasajeras a dos niñas en uniforme escolar. La niña que va atrás carga en su espalda una mochila que tiene estampada una imagen de Hello Kity. El paso de la motocicleta produce una ola y el agua que impulsa termina chocando contra mi ventanilla. Todas esas gotas, pegadas al vidrio, atestiguan mi cara de asombro: El señor no lleva casco protector en la cabeza. Somos de San Luis: no le tememos a nada ¿Estaremos pagando un precio por ello?

 

* En la ciudad de San Luis Potosí se registran a diario un promedio de 20 accidentes viales, cinco de los cuales son graves. Lo anterior, según datos de la Dirección General de Seguridad Pública Municipal, publicados el 4 de febrero de 2019 en el portal Plano Informativo. La mayoría de los accidentes ocurren en el Boulevard Río Santiago y en la Carretera 57. Si la cifra es correcta, en el municipio de San Luis Potosí ocurren, cada año, 7 mil 300 accidentes viales, de los cuales 1,825 son accidentes graves.

Accidentes víales en la Ciudad de San Luis Potosí

Durante 2019

* En la ciudad de San Luis Potosí se registran a diario un promedio de 20 accidentes viales, cinco de los cuales son graves. Lo anterior, según datos de la Dirección General de Seguridad Pública Municipal, publicados el 4 de febrero de 2019 en el portal Plano Informativo. La mayoría de los accidentes ocurren en el Boulevard Río Santiago y en la Carretera 57. Si la cifra es correcta, en el municipio de San Luis Potosí ocurren, cada año, 7 mil 300 accidentes viales, de los cuales 1,825 son accidentes graves. 1825